La industria turística, en general, representa, aproximadamente, el 13% del Producto Interior Bruto (PIB) y genera el 12% del total del empleo en nuestro país. Y España, además, lidera los rankings mundiales de países más competitivos en este sentido. Tan solo un segmento de este importante sector, como es el Turismo Náutico, genera en España, unos beneficios nueve veces superiores al del turismo tradicional, según afirmaba Luis Conde, ex presidente del Salón Náutico de Barcelona, refiriéndose especialmente al charter náutico (alquiler de barcos).
Sin embargo, este importante segmento de la economía española, debido a su alta atomización (un armador, un barco), carece de fuerza propia y de una estructura que aglutine los intereses de todos y cada uno de sus actores, como así lo hacen las agencias de viajes, los hoteles o los bares y restaurantes. Quedando relegado, en momentos difíciles como el que vivimos actualmente, a la cola de la más absoluta indiferencia. En ese aspecto, somos invisibles y responsables de ello.
Si el sector público no entiende que el turismo náutico es uno de los sectores que más dinero deja en el país, que genera nueve veces más que el turismo tradicional y que se trata de un turismo de calidad, no podremos avanzar en el logro de nuestros objetivos, centrados en sortear esta crisis de la mejor manera posible y evitar la destrucción de más empleos y, en definitiva, de uno de los más importantes generadores de riqueza del país.
Se empiezan a ver armadores que no pueden hacer frente a los gastos que suponen los altos costes que implican mantener las estructuras necesarias que requiere la actividad y optan por abandonar los barcos, que, en su gran mayoría, serán irrecuperables.
Destinos eminentemente turísticos de sol y playa como es Canarias, donde la actividad turística directa e indirecta generó en 2019 un total 16.099 millones de euros, lo que eleva al 35% la contribución del turismo al total de la economía del archipiélago, y generó 343.899 puestos de trabajo, el 40,4% del empleo total regional, según el Estudio Impacto Económico del Turismo. Con estos datos, está claro que el turismo náutico no puede ser abandonado a su suerte.
Puertos deportivos, barcos, actividades deportivas, talleres, tiendas náuticas, empresas de cáterin y eventos, transporte… todo ello supone una gran cantidad de personas, dependiente del Turismo Náutico, que, si nadie lo remedia, a este paso, la mayoría difícilmente sobrevivirá.
Ahora toca repartir ayudas a los sectores más afectados. Y ayudas que en gran parte son directas, pero, ¿alguien se ha preguntado cómo llegarán estas al Turismo Náutico? Nosotros se lo decimos: no llegarán, a pesar de estar las flotas totalmente amarradas a puerto, y muchos de los barcos en venta, con actividad cero y el personal en ERTE o, directamente, engrosando las filas del paro. Esta es la situación en la que se encuentra el segmento que, hasta hace bien poco, repetimos, generaba en España, unos beneficios nueve veces superiores al del turismo tradicional.
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